Oscar Kaiser, experiencias Syncro en Australia

Australia

[Antes de leer el post]
Oscar Kaiser estrena una nueva sección en el blog, es mi primer invitado. Y que mejor que él pues fue quien me vendió la Syncro. Sin más dilación os dejo con la historia que nos quiere contar. Que la disfrutéis.


Óscar Kaiser

Llegué a Australia para vivir a finales del 2002 y quedaba claro que quería tener un vehículo para poder explorar el continente Austral. Lo que no me acababa de quedar claro es el tipo de vehículo necesitaría realmente vistas las condiciones del terreno y las distancias inconmensurables que tiene el país. Claro era que tenía que ser 4×4.
Después de haber tenido una Club Joker Westfalia no Syncro (que por cierto me robaron antes de dejar España, acabando en Calpe en manos del ayuntamiento que la encontró y que de manera de manera fraudulenta intentó rematricularla sin haberla puesto en conocimiento de la Guardia Civil, pero eso daría para todo un capítulo aparte) me molaba la idea de repetir el formato T3.
Decepción la mía al descubrir que esas furgos Westfalia nunca llegaron a Australia debido a que en Australia se conduce con el volante a la derecha y por tanto el equipamiento no se podía instalar. De hecho hay poquísimas T3 en Australia y menos todavía Syncro.

El detonante

Después de unos 6 meses valorando entre Hilux, Mitsubishi, etc un día conduciendo vi una Syncro blanca aparcada en la calle.
Casi me ostio con el coche del flipe de verla. Paré de inmediato y por suerte estaba el dueño tomándose un helado con su hija justo al lado.
Era un ingeniero aeronáutico alemán de más o menos mi edad que se había casado con una Australiana y se había mudado a Melbourne hacía unos años.
Empezamos a hablar apasionadamente sobre las T3. Matthias Dinkelmeyer acabó siendo el mejor amigo y compañero infatigable de aventuras salvajes en Australia.
Gracias a esa conversación inicial empecé a comprender la complejidad de conseguir una Syncro en Australia.
Me explico: VW no exportó en los 80 a Australia debido a la gran distancia implicada entre Alemania y Australia y al hecho de que era muy difícil competir con el mercado japonés que tenía entre otras cosas ventajas preferentes en los tratados comerciales.
No obstante TELSTRA (la Telefónica Australiana de entonces) encargó en 1987 a VW el pedido de 100 Syncros para acometer la tarea de mantenimiento de las líneas en el Outback.
Las 100 fueron con motor DJ y diferencial trasero. Modelo Transporter con dirección asistida y todas blancas. De esas 100, 75 serían panel van y 25 acristaladas. Y de las acristaladas 10 con doble puerta corredera.
Me temía que esas Syncro eran posiblemente casi las únicas del país.
Me pregunté dónde estarían esas furgos tantos años después, sabiendo que oficialmente habían sido reemplazadas por HILUX. Y además, ¿sería recomendable comprar una furgo trasteada por operarios por medio continente Austral?
La cosa empezaba ya complicada.

La búsqueda y compra

Me puse en marcha durante interminables semanas leyendo “The Trading Post” una publicación impresa de anuncios de segunda mano de cada ciudad (tuve que leer el de Melbourne, Sydney, Brisbane, Camberra, Perth, Darwin y Adelaide) empezaron a aparecer de modo esporádico …
La mayoría leían: VW Syncro EX-TELSTRA. 450.000 km o más, abolladas o modificadas (la mayoría con motor de Subaru o incluso una con un ¡Lycoming de aviación!)
Hasta que un día apareció una no ExTelstra en Adelaide.
Era de un abuelete que en 1988 la había comprado bajo pedido a VW.
Era una DJ con dos diferenciales, dirección asistida y de color blanco.
La había camperizado de manera ingeniosa pero toscamente comparada a Westfalia. La habían usado para viajar por Australia durante ese tiempo. Su mujer había fallecido recientemente y por eso se la vendía por 20.000 AU$ con 260.000 km. Cabe mencionar que 260.000 km es un kilometraje bajísimo en cualquier vehículo de segunda mano en Australia.
Vi el anuncio por la tarde, llamé al tipo por la noche, me dijo que le había llamado un inglés desde Perth y que también estaba interesado y que quizás iba a volar al día siguiente para verla.
Inmediatamente busqué el primer vuelo y vi que desde Melbourne llegaría 2 horas antes que el tipo de Perth. Por si acaso compré billete y a la mañana siguiente estaba a las 8 de la mañana en Adelaide.
Taxi desde al Aeropuerto. Quedamos al lado del Botanical Gardens. Después de verificar la furgo decidí apresurarme a salir hacia Melbourne por la A8 puesto que el viaje iba a ser largo. Cruzando el desierto de Little Desert fue mi primera experiencia para sentir la furgo funcionando en la arena y fuera del asfalto. Gran flipe.

Furgoneta Óscar Kaiser
Después de 13 horas de viaje ininterrumpido y conduciendo por la izquierda!!! llegué a Melbourne destrozado pero super ilusionado con la idea de las aventuras que se iniciaban.
El interior estaba mal diseñado, con un mueble que tenía hasta ¡un microondas!

Empecé a quedar con Mattias para planear viajes. Primero tuve que cambiar la matricula desde SA (South Australia) a Victoria, lo cual requiere como una ITV pero más extensa.
El tipo que me la hizo se olvidó de poner un dígito en los nuevos papeles, cosa que me complicó el proceso a la hora de registrarla. Pero una visita a la papelería y después de probar algunos bolis …. Voilà, problema resuelto. 😀

Añadiendo accesorios

Salvado esto me puse en búsqueda de un BULL BAR. Esos parachoques brutales hechos de aluminio reforzado que llevan todos los vehículos que se adentran en el BUSH. Están diseñados para proteger del impacto contra los canguros*.

Canguro

* Nota: Los canguros rojos o grises son enormes y pueden pesar hasta 300 kg. A la carrera realizan saltos de unos 5 metros de distancia y a una altura de hasta 2 metros. Suelen desplazarse por la noche.
Imaginaros pues en el peor de los casos si en plena noche conduciendo a 100km/h de pronto os encontráis con 300kg de puro músculo y hueso en el aire delante vuestro como por arte de magia.
Normalmente el canguro suele entrar por el parabrisas delantero y salir por el trasero, decapitando o desnucando a los ocupantes del coche. En el mejor de los casos lo pilláis en el suelo. Es entonces dónde el Bull Bar es esencial. El diseño hace que después del impacto inicial el canguro sea arrastrado debajo del vehículo, minimizando el daño que pueda producir sobre todo a la parte frontal y por tanto al sistema de refrigeración del vehículo. Me costó mucho tiempo encontrar una para la furgo. La encontré en WA, a casi 3000km de distancia. Me la enviaron y después de montarla ya fue otra cosa!!!

También decidí por cambiar neumáticos. Monté BF Goodrich AT 215 75 / 15 que es lo más recomendado por esos lares.

Aventuras en Australia

Empezamos a salir con Mattias los findes. Debido a las enormes distancias a recorrer las salidas eran los sábados a primera hora de la mañana tipo 6:00 para regresar en el mejor de los casos el domingo al mediodía / tarde (en 6 años creo que nunca conseguimos regresar a tiempo).
La idea era explorar parques naturales y pistas forestales abandonadas con un solo lema. NUNCA VOLVER HACIA ATRÁS POR EL CAMINO TOMADO. Siempre adelante.

Una de las primeras y más comprometidas y emocionantes fue a Otways/Angahook State Park a unos 190 km a mediados de otoño. Un parque que va desde el nivel del mar a picos de 700 metros en menos de 10km!!!!
Un parque natural enorme y densamente arbolado de bosque húmedo en los que el firme es generalmente denso pero permanentemente mojado por la humedad y pegajoso con escarpados y profundos valles. Lejos del mundo. Al SW de Melbourne. Llegamos a los bordes del parque a las 10h. Desinflamos ruedas a 0,9!!!

Después de 3 horas de viaje cruzando por el parque por “main tracks” pistas más o menos decentes decidimos desviarnos y descender hacia el complejo Rio Cumberland.
Tuvimos que cortar árboles y vadear tres ríos, uno de ellos profundo hasta los faros delanteros, cosa que hacia que la furgo flotase ligeramente cuando perdía tracción en el fondo. Después de 4 horas de barrizales e infierno a través de Jamieson Track decidimos vía mapa tomar un camino nuevo para intentar retornar a la ruta después de ver que la cosa se estaba poniendo minuto a minuto muy fea. Se llamaba Curtis Track.

Se iniciaba con casi 100 mts de barro blando dónde las furgos se hundían hasta el paso de rueda. Tardamos casi tres horas en cruzar esos 100 mts. A la salida creímos que veríamos la luz, pero fue todo lo contrario. Nos encontramos con una pista semi firme de ascenso eterno y constante con un gradiente en algunos casos del 40%. Las furgos todo y el DJ no podían con ella. Las ruedas estaban totalmente colapsadas por el barro fino y pegajoso y se hacía muy peligroso ya que al parar y frenar en ascenso el peso de la furgo y la ausencia de agarre hacía que la furgo se deslizase sola hacia un barranco limítrofe.
En un intento desesperado me vine arriba y me lancé a lo loco intentando superar lo que parecía la última curva hacia una parte menos peligrosa. Un giro cerrado a la derecha con mucha pendiente y con profundas roderas. La furgo se quedó a medias en pleno giro, estática con todas las ruedas girando pero sin avanzar. Ví que no había salida e intenté frenar suavemente esperando se calara con un ligero momento de ascenso. Sucedió y se paró, pero justo entonces se empezó a desplazar en oblícuo hacia atrás y a la izquierda, directa al barranco. Contemplé en ese instante el saltar de la furgo y dejarla a su suerte, confiando se encallara en algún árbol para no verla caer. Tiré del freno de mano y abrí la puerta rápidamente para saltar con mucho miedo en el cuerpo cuando de pronto la rueda trasera izquierda se metió en una rodera profunda y la furgo de quedó a tres ruedas, siendo la de debajo mía (delantera derecha) la que estaba en el aire. Comprendí justo en ese instante que si salía de la cabina, la ausencia de mi peso haría que la furgo volcase y directa a la pendiente del barranco. Grité a Matthias que viendo la situación como un jabato metió una baga en la barra estructural y la amarró a un árbol permitiendo así que yo pudiese escapar y empezar a pensar en como salir de ese entuerto.

Curtis Track
Viendo la situación, vi por perdida la furgo ya que en estos lugares no hay ningún tipo de asistencia ni ayuda y habíamos visto en otros viajes muchos vehículos abandonados a su suerte.
Anochecía, estábamos ya exhaustos, no nos quedaba demasiado tiempo y los mosquitos nos estaban acribillando. El high lift se hundía, y no se podía usar nada pero Matthias tenía un “Rescue Balloon” uno de esos artilugios que los conectas al tubo de escape y llenan una bolsa que hace que el vehículo se eleve. Era nuestra única oportunidad. Cavamos como locos hasta la extenuación para liberar la rueda y finalmente conseguimos llenar la bolsa. Llenamos el agujero con rocas y ropa que llevábamos en la furgo para evitar el resbale. La furgo se niveló lo suficiente y poco a poco liberamos la baga hasta que pudimos controlar la furgo agarrada también en su parte trasera con otro tractel. Después de bien entrada la noche y marcha atrás conseguimos llegar al barrizal de nuevo. Agotados y desesperados comimos, nos emborrachamos y lloramos para ahogar el stress pasado. A la mañana siguiente nos enfrentamos de nuevo al cruce del barrizal pasado y regresamos por el camino por el que inicialmente vinimos con la cola entre las piernas. Esa fue la única vez. Curtis Track nos venció.


Tardamos casi tres meses en volver a salir para poder recuperarnos. Desde entonces cada vez que mencionamos Curtis Track nuestras miradas se cruzan y afloran grandes emociones.

Fraser Island

Años más tarde viajando por Fraser Island (la isla de arena más grande del mundo) tuve una experiencia también de mucho stress cuando la furgo se hundió en arena mojada en una playa que había que cruzar para coger in extremis el único ferry a la semana hasta el continente justo cuando empezaba a anochecer y a subir rápidamente la marea, en un océano infestado de Tiburones Tigre (si, esos de 5 metros que se meten en medio metro de agua para pillarte) y yo con mis hijos de 5 y 2 años en la furgo!!! En un acto de desesperación metí bloqueadores y a oscilar la furgo hacia delante y hacia atrás. Mis hijos gritando de miedo oliendo el peligro, yo sudando como un perro e imaginándome lo peor. Realmente no sé como lo hice pero salimos de allí por milagro.

En aventuras de este calibre comprendes tus limitaciones y las de tu vehículo y sus puntos fuertes. Entras en contacto directo con él y se conjura entonces una relación hombre máquina indescriptible.

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